Majencio quiso perpetuar el recuerdo de su
hijo divinizado a su muerte, en el año 309 n.e., con la dedicación de un
templo.
El templo fue levantado entre la propia
basílica de Majencio y el templo de Faustina y Antonino Pío, enfrente de la
Casa de las Vestales. Es un monumento constituido por un cuerpo central
redondo, hecho de ladrillo, cubierto con cúpula y con fachada cóncava donde se
excavaron cuatro hornacinas para estatuas.
La puerta, cubierta por un arquitrabe de
mármol, está flanqueada por dos columnas de pórfidos con base de travertino y
capiteles de mármol. La gran puerta de bronce, perfectamente conservada, es la
original.
Arquitrabe de
mármol.
4 comentarios:
Dentro de poco traspasaré esa puerta... ¡Estoy deseándolo! Un abrazo muy fuerte.
¿Y eso? ¿Vas a Roma o en una de tus novelas?
Recuerdo que la primera vez que vi este templo era febrero y granizaba. La gente corría por el foro sin pararse a mirar ni a disfrutar de nada. Y yo allí, plantada, medio oculta por una bufanda y una capucha. Roma después de la lluvia tiene una luz especial...Creo que me he puesto un poco sentimental. La nostalgia, supongo
Laura, hasta cuando haces un comentario lo haces con pasión. Eso si Roma ayuda mucho a despertar en uno/una los mejores sentimientos.
Un saludo.
Publicar un comentario